Una sobre la protesta del 11 de junio

Como saben, algunos miles de personas (algunos dicen que el número llegó a diez mil, otros hablan de cinco mil, no hay una cifra precisa) nos juntamos ese día en la Plaza Dos de Mayo, para realizar una protesta en contra de la manera cómo el actual gobierno ha manejado el tema del problema suscitado en la selva a raíz del intento de aplicar, "al caballazo" y sin un diálogo previo, una serie de decretos que afecta a las tierras de las comunidades de nuestra Amazonía.

No voy a realizar aquí una crítica a García y a su gabinete, pues ésta se ha hecho de una manera contundente. Más bien, quiero realizar una crítica a ciertas cosas que no me parecieron pertienentes por parte de quienes fuimos manifestantes ese día.

1.- En algún momento, mientras me encontraba en la plaza, vi como un grupo de simpatizantes de Ollanta Humala, llegaba portando una gran banderola en la que aparecía la cara del referido, mientras soltaban arengas que culminaban con "Ollanta presidente". Eso me pareció totalmente oportunista. [Cuando llegué a la plaza, ya había un grupo de humalistas que estaban portando varias banderitas de su agrupación; no sé si las acciones de éstos tenían algún tipo de coordinación con aquellos a los que me estoy refiriendo; en todo caso, no veo nada de malo en que un partido político se haga presente, lo que me molesta es aproveche su presencia para hacer campaña electoral]. ¿Qué tiene que ver en esta protesta la candidatura de Ollanta? Además, el hecho de que los apristas hayan demostrado una carencia absoluta de perspectiva, no significa que el partido de Humala, por el simple hecho de ser oposición, pueda desarrollar miradas adecuadas al problema. Los que vimos el día míércoles 15 el debate congresal, que culminó en la suspensión de los decretos criticados, constatamos el bajísimo nivel argumentativo tanto de un lado como de otro. No hubo argumentos claros ni sustentados en referencias precisas.

2.- Durante la protesta, vi que algunos manifestantes llevaban palos de madera en sus manos. Los que vi eran pocos, no más de cinco, pero estoy casi seguro que como ellos, habían más. Esto me pareció bastante torpe: se supone que ésta era una marcha por la paz, en donde, entre otras cosas, se expresaba nuestro pesar por las muertes resultantes del enfrentamiento en Bagua. ¿No era contradictorio que algunos entraran en esta manifestación con una predisposición al enfrentamiento? Más aún, esta protesta tuvo como telón de fondo un malestar general en la población, a causa de la violencia esparcida por la selva. Dado este hecho, ¿no atentaba contra la imagen de los protestantes, y en menor grado, contra la legitimidad del reclamo amazónico mismo, el que haya habido quienes pretendían, desde el inicio, cometer actos de violencia en algún momento de la manifestación?

3.- En la misma línea de lo anterior, estoy seguro que hubo ese día quienes estaban dispuestos a romper el cordón policial, y llegar a todo costa a Palacio de Gobierno. Ciertamente, puede que no sea justo que de arriba lleguen órdenes respecto de los distintos límites que se ponen al avance de las diversas manifestaciones (lo que depende de quién las realice y qué demandas exprese). Puede incluso resultar evidente que dichas limitaciones las da el gobierno para quitarle impacto a las protestas que considera impertinentes: quizás es válido decir considerarse que esto es una forma antidemocrática de proceder. Ahora bien, ¿justifica eso la voluntad de algunos por romper a toda costa el cordón policial? La respuesta es no. ¿Por qué?:

a) Romper el cordón policial suponía, obviamente, enfrentarse a la policía; ya que no todos tenían la intención de entrar a la confrontación, esto implicaba arriesgar a quienes solo buscaban hacer sentir su voz de protesta.

b) La política es un juego de imágenes. Imágenes que adquieren concreción en un campo discursivo producido constantemente en las tomas de posición que realizan los distintos actores que participan del juego político. Ese campo discursivo, además, presenta ciertos ejes que regulan y "le dan forma". En el contexto actual, una protesta aparece, de un lado (el del gobierno), como una expresión antidemocrática; del otro (grupos o personas no simpatizantes con el oficialismo), como un instrumento legítimo para expresar el descontento con las políticas estatales. Ahora bien, este último sector se ha esforzado por producir, mediante diversos mecanismos, una determinada imagen de quienes no simpatizan con él: violentistas, autoritaristas, comunistas (esto no tiene porque tener nada de malo, pero se ha convertido en un término con una carga semántica negativa: "el peligro de la asonada comunista"), chavistas, antidemocráticos. Asimismo, la construcción de la imagen que la oposición ha generado respecto del Estado y el gobierno aprista gira en torno de términos como "neoliberalismo", " dictadura", "racismo", "presidencialismo", "comprometidos con el empresariado y las transnacionales", entre otros. [Esto es esquemático, claro está, la situación es más complicada.] Dada esta dinámica de acusaciones, me preguntaba si buscar la confrontación policial no significaba alimentar los prejuicios que tachan las protestas como violentistas y antidemocráticas. Además, en el pasado reciente, la izquierda aparece bastante debilitada y desprestigiada, entre otras cosas, debido a su incapacidad para "conectar" con las expectativas de un sector mayoritario de la población (el que la popularidad de Alan esté entre el 30-40%, no significa que ese 60-70% de no simpatizantes sean de izquierda). En ese sentido, importan mucho las acciones que como movimiento de oposición se realicen, pues cae en un campo de representaciones, en el cual se juega el respaldo y legitimidad social que las protestas de oposición puedan tener.

4.- No recuerdo con exactitud las frases y arengas que el grupo de manifestantes lanzó (lanzábamos) durante todo el tiempo que duró su (nuestro) trayecto, pero recuerdo algunas cosas:

a) Como siempre, un uso excesivo del término "pueblo": que hay que luchar en conjunto con el pueblo organizado, que el pueblo repudia a Alan, que el pueblo está sufriendo, siempre el pueblo...
El pueblo ¿quién es el pueblo? Si el pueblo somos todos los peruanos, creo que es obvio que no todos los peruanos odian a Alan, que no todos los que forman parte del pueblo sufren o tienen hambre, y definitivamente, que no todos los que son parte del pueblo piensan organizarse en un frente de oposición. Y es que, hoy en día, todos reivindican al pueblo como el respaldo social de sus acciones: los fujimoristas, el APRA, las agrupaciones universitarias, el Partido Nacionalista... La verdad es que a estas alturas, creo que recurrir al "pueblo" es, en realidad, un recurso propio de cualquier retórica demagógica. Un historiador señala el papel del "pueblo" en los discrusos políticos del Perú:

«El concepto "pueblo" es la principal apelación legitimista dentro del lenguaje político peruano, muy por encima de otros términos referidos a la naturaleza política de la colectividad, como ciudadanía o democracia. La apelación al pueblo es el recurso obligado para legitimar cualquier posible argumento. Este es el único espacio conceptual desde el cual se pueden articular discursos legítimos. La comunidad política peruana no son los ciudadanos: es el pueblo. Cualquier reivindicación debe ser hecha en el nombre del pueblo. Cualquier política estatal debe estar encaminada explícitamente al bienestar del pueblo.» (1)

b) En algún momento de la protesta, se mencionó que el empobrecimiento y la desatención son características necesarias del "gobierno liberal". Al respecto, ¿podría calificarse de "liberal" al estilo de gobierno del Sr. García? ¿Alguien de entre quienes estaban ahí puede definir lo que es un gobierno liberal, y distinguirlo de lo que es el neoliberalismo? ¿Podían explicar como se cruzan el liberalismo con la democracia (con qué democracia: democracia delegativa, democracia representativa, etc.)? ¿García está dirigiendo un gobierno democrático o autoritario? Si la respuesta va por la segunda opción, ¿de qué tipo de autoritarismo hablamos?

c) Otra arenga de aquel día giraba en torno a que "caballo loco va a caer". ¿Va a caer? ¿Y quién (o quiénes) lo va(n) a reemplazar? ¿Y gracias a qué tipo de maniobras va a caer? Yo no simpatizo para nada con el APRA ni con el Presidente, pero ¿qué implica decir que este gobierno "va a caer"? Como mencionaba hace un rato, dadas las cosas del campo discursivo de la acción política, creo que lo más probable es que una frase como esa se preste para legitimar las acusaciones de violentismo y autoritarismo que se lanzan contra la oposición (y ni que decir de aquellos pronunciamientos que con cierta frecuencia llaman a la insurgencia o al "levantamiento popular"... plop).

d) En los último minutos de una entrevista realizada entre Marcos Sifuentes y el sociólogo Carlos Meléndez (http://www.youtube.com/watch?v=95pcy9vEdz4), se señala lo siguiente:

Carlos Meléndez: [...] la gran diferencia en el Perú es que la política está desprestigiada. ¿Te das cuenta?
Marco Sifuentes: Ajá.
CM: Es decir, si es que te politizas, perdiste. Esa es la paradoja en el caso peruano. Porque la otra vez, alguien me decía: "Ya salió Ricardo Letts a decir a decir que el movimiento amazónico es parte de la izquierda". Yo le decía...
MS: Mejor.
CM: Exactamente. Mejor. Eso significa que el movimiento se va abajo.
MS: Claro, mejor para el gobierno pues ¿no?
CM: Si es que Pizango acaba en la lista de Humala...
MS: Se desprestigia.
CM: Se desprestigia. Es decir, ¿te acuerdas hace cuatro años?: el movimiento cocalero.
MS: Claro. Ahora que está la Obregón, totalmente desprestigiada ¿pues no?
CM: Se acabó. Es decir, el paso siguiente de acuerdo con la experiencia de Ecuador y de Bolivia fue la politización: convertir esto en Pachacútec, convertir esto en el MAS. En el Perú, si es que sigues ese ejemplo, se hablaría de... todo el mundo quiere el movimiento político indígena, el movimiento político de la Amazonía. Pero la política en el Perú está tan desprestigiada, que si a Pizango le pones el número 1 en la lista de Humala...
MS: Se acabó.
CM: Se acabó el movimiento.

Es por eso que cosas como "caballo loco va a caer", o referencias al "pueblo" (en especial la del "pueblo organizado"), o criticar de manera ligera a lo que se denominó "gobierno liberal", aparecen como expresiones impertinentes. Se utiliza el mismo vocabulario desde hace veinte años, sin repensar lo que quieren decir términos tales como "neoliberalismo", "democracia", "dictadura", "pueblo", "socialismo", "imperialismo", etc. Cualquier "pero" que se presente ante este tipo de cosas son acusadas de revisionismo (hasta ahora no sé que tiene ese de malo) o de desviación.

5) Finalmente, combinando las acciones de ciertos actores totalmente dispuestos a la confrontación cuerpo-a-cuerpo con discursos anticuados de izquierda, una protesta puede volver a pasar como la acción de un grupo de boicoteadores anti-sistema. Si finalmente, ha podido ocurrir que el gobierno dé marcha atrás, se ha debido a que el problema en la Amazonía ha ido mucho más allá de aquellos asuntos que habitualmente preocupan a la oposición. Ciertamente, la protesta del jueves 11 ayudó, pero solo fue parte de un proceso de presión que incluyó una gran variedad de actores desde una cantidad de frentes mucho mayor de la que normalmente muestra su descontento, y con una dureza y contundencia crítica pocas veces vista. Pero si las protestas en contra del gobierno (o de cualquier otra cosa) continúan siguiendo el patrón que tienen desde hace años de años, no se va a llegar a nada. ¿No es verdad acaso que desde hace veinte años o más, la izquierda no logra una victoria significativa? ¿En el balance, qué se ha logrado con tanta protesta irreflexiva y monótona en su contenido crítico?

(1) Hernández Asencio, Raúl. "¿Qué es democracia? El uso de los conceptos «pueblo» y «democracia» en los discursos políticos peruanos". En: Víctor Vich, El Estado está de vuelta: desigualdad, diversidad y democracia. Lima: IEP, 2005, p. 144.

Ivan

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